Todos sabemos que síntomas puede causar el virus, sabemos que nos contagiamos por la exposición a gotas de saliva y contacto con superficies contaminadas.
Sabemos que ataca pulmones, corazón, estómago y tantos órganos que tengan la debilidad para ser atacados.
Pero muchos no sabemos que ataca nuestra mente, porque nos hace sentir enfermos aunque nunca estuvimos expuestos. Ataca nuestra alma, porque nos ha hecho sentir tristes, desesperados e incapaces de seguir adelante. Nos ha alejado de la rutina que día a día seguíamos.
Vivíamos nuestro día a día de una manera sumamente, monótona, nos levantamos, nos bañamos y listos para correr hacia nuestros trabajos o a realizar diferentes actividades.
No nos dimos cuenta cuna valiosa es nuestra familia, el tiempo que se dedica a nuestros seres queridos y amigos.
Nos enfocamos únicamente en las cosas materiales y en preocuparnos en tener cada día mas y pensar en que pasaría el día siguiente.
Pero de repente, todo cambio…
Empezamos a escuchar noticias proveniente de otros países, tantos infectados cada día, tantas muertes en otros países, sin embargo lo escuchamos tan lejos que a veces parecía ser de otro planeta y no en el que nosotros habitamos.
Hasta que llego nuestro turno, el virus se acercó tanto a nuestras vidas, que nos hizo valorar tanto la vida que tenemos.
Un virus que fué capaz de paralizar todo a nivel mundial, paró el transporte, paró la economía, las visitas y paseos.
Por muy importante que pareciera el trabajo que cada uno tiene, nos ha hecho sentir que no somos indispensables para realizarlo, y nos encerró en nuestras casas, sin armas ni golpes. Sinó que por voluntad propia a la mayoría de nosotros, porque valoramos la vida de nuestros seres queridos.
Y nos hizo conversar a través de una pantalla, a reunirnos por medio de un dispositivo electrónico. Nos alejo completamente del calor humano.
Pero veámos el lado positivo de esta pandemia, nos ha hecho extrañar el saludo de un amigo, el abrazo de un padre, el beso de una madre.
Nos ha hecho extrañar esas platicas con los vecinos y compañeros de trabajo, esos cafés que compartíamos durante las tardes, nos ha hecho más humanos.
Y es que, a pesar de lo que vivimos, cada persona tiene una esperanza en su corazón, que nos hace cada día mas fuertes y por eso seguimos adelante luchando contra éste virus, que no nos vencerá.
Sabemos que Dios nos cuida en todo momento y nos da ese amor, así como nos encarga que entreguémos ese amor a todos los que podamos.
Sé que ese virus estará mucho tiempo con nosotros, pero nosotros lucharemos por la vida y saldremos adelante.
Dios bendiga a cada uno de uds. y sus familias.
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Me encanto, palabras tan reales de como nos vino a paralizar todo sin poder hacer más!!
Muy bien dicho!